lunes, 30 de abril de 2012

Los niños especiales


Ya es muy evidente la presencia de niños especiales. Se trata de aquellos niños diferentes a los que estábamos acostumbrados a ver. Estos pueden ser prácticamente de dos tipos: los introvertidos que son muy sensibles y que prefieren estar solos y aquellos extrovertidos que alteran todos los lugares donde se encuentran, especialmente en la sala de clases de la escuela.

Nuestra existencia está siendo sorprendida cada día mas con la presencia de aquellos niños que no pueden adaptarse a las condiciones que les ofrecemos y que traen un nuevo planteamiento a sus padres y a la sociedad. Generalmente las madres son las que advierten su especial forma de ser y son ellas las que más buscan la manera de comprender y de colaborar a que ellos puedan desarrollar su vida de la mejor manera.
Tanto los padres como las autoridades están comenzando a buscar las formas de acomodarse al nuevo escenario que ellos nos plantean. Hay quienes afirman que ellos sufren de algún déficit y otros plantean que ellos son más evolucionados y que son portadores de grandes cambios a la humanidad. Dos corrientes que se contraponen absolutamente.

Estos niños representan una situación especial para los educadores que se han visto en la necesidad de implementar algunas soluciones que intentan palear sus condiciones, tanto para los niños que resultan ser muy inquietos, como para los que presentan personalidades mas tímidas. Cada vez son más los colegios que cuentan con profesionales que hacen las evaluaciones y el diagnostico de sus comportamientos y que generalmente terminan en clasificar como asperger, índigo o cristal. Los padres se ven enfrentados a un panorama nuevo que no encuentra un espacio de encuentro entre las dos corrientes que explican este fenómeno.

Lo cierto es que estos niños nos están haciendo pensar, porque no se adaptan a las condiciones que les ofrecemos, especialmente en la educación formal. La educación formal se basa en un sistema de aprendizaje muy antiguo o que ha evolucionado muy lento para adaptarse a las nuevas tecnologías y nuevas mentalidades de la humanidad. Si estos sistemas tienes deficiencias para atender a los niños “normales”, esta carencia se hace aun más profunda cuando se trata de atender y responder a las nuevas condiciones que encontramos con estos niños especiales.

Hay voces que están solicitando a las autoridades crear espacios específicos para atender a estos niños con mejores condiciones. De momento cada establecimiento se basa en la información que manejan los profesionales del área que han implementado terapias que intentan adaptar a estos niños a la sociedad de modo de asegurar un normal desempeño y participación en las actividades sociales, políticas, económicas y culturales de la sociedad, en un esfuerzo por tratar de adaptar a estos niños a un sistema que ellos no pueden comprender.

Estos niños que nosotros vemos como especiales en realidad no lo son tanto. Ellos son niños que manifiestan una diferencia significativa del resto, pero que en realidad obedecen a un gradual y rápido aumento de conciencia de la humanidad. Muchos de los padres de estos niños ya han sentido que este mundo necesita algunas mejoras y ellos vienen a confirmar esa sensación. Estos padres, en cierto modo, comprenden que sus hijos tienen razón en muchas de sus actitudes. Ellos vienen a ser la continuación de una inquietud que ya estaba tímidamente en el aire y que ahora se manifiesta libremente y sin miedo.

No es posible desconocer que estos niños son muy sensibles, abiertos a expresarse más libremente, son más literales, mucho más inocentes y presentan muchas características  que bien vale la pena escuchar. Sea como sea, ellos traen algo nuevo que podemos intentar atender en vez de combatir. Hay quienes no pueden aceptar que sean portadores de una nueva verdad que ayudará a cambiar nuestro mundo, pero habría que intentarlo primero antes de tachar esta posibilidad como falsa.

Estar abiertos a nuevas formas de relacionarnos y a nuevas formas de experimentar la realidad puede llevarnos a un gran descubrimiento que puede abrir las puertas a un gran encuentro fraterno entre todos los seres de este mundo. En realidad ellos no son portadores de ningún poder sobrehumano, simplemente tienen un nivel de conciencia más elevado sobre cómo podemos relacionarnos y expresarnos en un mundo sin necesidad de utilizar nuestras acostumbradas mascaras sociales, nuestras manipulaciones y nuestros grandes intereses personales que señalan nuestro miedo a la libre expresión del SER, sin necesidad de someterse a la aprobación de la sociedad.

No podemos imaginar que se pueda vivir así tan libremente, en tanta sinceridad, sin miedo, con el corazón abierto de par en par y sin corazas, sin prejuicios que nos impidan ser amorosos y sin mentiras piadosas. Creemos que si hacemos eso estaremos en riesgo. Pensamos que si soltamos el control, los demás podrán aprovecharse de nuestra condición sin defensas. ¿Pero nos hemos preguntado que pasaría si todos fuéramos así?

El mundo cambiaría por completo

Patricia González
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lunes, 16 de abril de 2012

Honrar el libre albedrio del niño



Un niño es un ser humano pequeño, aunque a veces tenemos la tentación de pensar que viene vacio y que nosotros somos los encargados de convertirlo en ser humano. Un niño trae toda la información necesaria para vivir su vida: sus dones, su misión de vida, sus tareas pendientes (karma) y sus inquietudes para experimentar. Nosotros seremos los acompañantes de su viaje, más que los encargados de convertirlos en alguien.

La vida que viene a desarrollar el niño, está guiada por la providencia. De esta manera, los padres somos los facilitadores de sus experiencias. Sea cual sea nuestro papel, este siempre será el más adecuado. A veces sentimos mucha responsabilidad, preocupación y quizás culpa, pero todo está perfecto así como se dé. Ninguna circunstancia se debe a la suerte o la mala suerte. Todo tiene un trasfondo de mucha significación. Podemos estar tranquilos sabiendo que no estamos solos en esta increíble y hermosa tarea que a veces nos angustia.

La evolución nos va empujando a estar cada vez más enfocados a descubrir lo que somos y en eso no tenemos ninguna duda. Hemos evolucionado lentamente, pero lo hemos hecho y aun falta mucho por descubrir. Los niños son portadores de los nuevos avances, son el relevo de los que ya hemos venido y son la esperanza de seguir con los cambios para el bienestar de todos. Nosotros podemos tratar de detenerlos o podemos apoyar su fabulosa función.

Tratar de detener la evolución será una tarea fútil. Ella es muy inteligente y se las arreglará para que eso no suceda. Apoyar y favorecer los cambios es la única posibilidad y en eso los niños llevan la voz. Nosotros podemos honrar su presencia y su función tan importante para la humanidad.

Honrar el libre albedrio de los niños significa tratarlos como un ser humano importante, escuchar sus inquietudes, atender sus necesidades, acompañarlos en sus proyectos, respetar sus anhelos, ayudarlos a desarrollar sus sueños. Sus sueños son el medio de comunicación que tienen con la energía universal, son su guía y su bandera. Respetar sus sueños es respetar el orden divino.

Nuestra tarea puede enfocarse a esa sensibilidad para escuchar lo que necesitan para desarrollar sus sueños. Escucharlos no tan solo significa escuchar a aquellos niños que se encuentran felizmente encaminados en su misión de vida, sino también, significa escuchar a aquellos niños que se encuentran perturbados, confundidos, reprimidos y heridos. Estos niños también tienen mucho que decir. Ellos tienen una verdad que enunciar al mundo y un concepto de cambio que no ha sido escuchado.

Los niños que se encuentran perturbados a tan temprana edad están informando con voz muy fuerte que los estamos olvidando, estamos dejando de considerar lo que ellos necesitan, estamos desatendiéndolos y dejándolos separados para que no puedan afectar a los demás. Quizás sean ellos los que tengan el mensaje más claro del tipo de cambios que nosotros como padres y como sociedad necesitamos aceptar y permitir. Quizás sean ellos los que debieran ser atendidos con mayor prioridad. Quizás sean ellos los que nos están mostrando lo más urgente que mejorar. Ellos son el fruto de lo que hemos construido y querer separar los ojos para dejar de considerarlos es una muy poco acertada salida.

Estos no solo son los niños de familias marginales o que viven en pobreza. También son niños que teniendo a sus padres, sus atenciones y sus necesidades mínimas cubiertas, carecen del respeto de su Ser. Son aquellos a los cuales no se ha honrado su libre albedrio solo porque son niños.

Respetar el libre albedrio de los niños los prepara para que cuando sean adultos tengan la posibilidad cierta de decidir por sí mismos, guiados por una ética moral justa. Hasta la fecha muchas personas piensan que si no encierran a los niños dentro de ciertas estructuras aceptables por la sociedad, ellos corren el riesgo de separarse de lo ético y lo moral. Sin embargo, las evidencias son incuestionables, mientras más respetemos sus propios intereses, ellos mas respetaran los intereses de los demás, creando una corriente de bienestar.

Los niños que han sido sometidos a fuertes restricciones emocionales y físicas no se sentirán seguros cuando adultos. Sus decisiones no serán tomadas desde la madurez y la responsabilidad. Ellos pueden convertirse en adultos tímidos, influenciable por los demás, vulnerables o violentos, que no tendrán el equilibrio para decidir por su bien ni por el bien de los demás.

Respetar el libre albedrio de los niños puede resultar un poco complejo si nosotros mismos, los padres, no fuimos respetados en la infancia. La tarea se facilita enormemente si prestamos atención a sus expresiones físicas, especialmente en sus rostros. No es difícil darse cuenta cuando un niño se siente bien y cuando se siente mal. Podemos creer que no es posible librarlos de ciertas circunstancias, pero siempre existe una alternativa para hacer las cosas más sencillas y más agradables. Los padres podemos buscar y buscar las soluciones (cada vez hay más alternativas) hasta encontrar la mejor manera de hacer que nuestros hijos crezcan felices y fuertes emocionalmente.

Podemos prestar más atención cada vez que decimos a nuestros hijos: eso no se dice, eso no se hace, eso está mal. ¿Será eso verdad?

Patricia González
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