Los
seres humanos tenemos la posibilidad de ser padres en forma consciente de ello.
Aunque el instinto juega un papel importante, la mayor relevancia está en que
tenemos la posibilidad de tomar conciencia de este papel y perfeccionarnos por
medio de nuestra observación.
Muchas
veces he escuchado decir que lamentablemente no existen las escuelas para
padres y que los hijos vienen al mundo sin un manual de instrucciones.
Seguramente el plan consiste en que justamente sea así. Somos padres con todas
las herramientas que tenemos a nuestra disposición según nuestro nivel de
conciencia, con la finalidad de observarnos y aprender junto a nuestros hijos
todo lo que sea necesario aprender por medio de nuestro libre albedrío.
Los
hijos nos elijen como sus padres, así tal cual somos. Seguramente necesitarán
experimentar nuestras propias falencias para aprender las lecciones que vienen
a experimentar con la finalidad de aportar algo valioso para ellos mismos y
para el mundo. Nunca los padres pueden equivocase aunque se hayan cometido
algunas acciones no alineadas al amor o se hayan dejado de hacer otras
importantes para el bienestar de los hijos.
En
niveles superiores, todas las situaciones son adecuadas y necesarias para
superarnos y para crecer en conjunto con los hijos. Debido a esto, no vienen al
caso los reclamos, las quejas y el guardar resentimientos entre padres e hijos.
Estas actitudes solo pueden hacernos demorar en obtener las valiosas lecciones
de aprendizaje necesarias para ambas partes. Es más provechoso utilizar los
inconvenientes para comprender, aprender y crecer en amor.
Los
padres influencian a sus hijos con sus patrones mentales y emocionales en un
alto porcentaje que puede llegar a ser hasta de un 90 %. Cuando los hijos se
quejan de sus padres, en realidad, se están quejando de sus abuelos y al mismo
tiempo de los padres de sus abuelos.
Toda condición familiar viene heredada de varias generaciones anteriores. Se sabe
que un acontecimiento familiar puede llegar a influenciar hasta la cuarta o
quinta generación. No tiene mucho sentido culpar a los padres de algo que
vienen arrastrando de antiguos condicionamientos de los cuales ni siquiera son
activamente conscientes.
Cuando
los padres son conscientes de sus patrones erróneos, tiene la posibilidad de
corregirlos y hacerse responsables de ellos. Sin embargo, muchas veces esto no
sucede así y en esas oportunidades los hijos tendrán la ocasión para
mejorarlos.
Todos
estamos influenciados por nuestros antepasados y debido a ello, se presentan
las situaciones y circunstancias actuales como una oportunidad de comprenderlas
y colaborar en digerirlas en el amor. Los hijos tienen la oportunidad de aportar a esta gran misión, los padres
presentan la oportunidad.
La
presencia del amor y el entendimiento son suficientes para terminar con todo resentimiento
y frustración que pudiera haberse gestado al interior de las familias. Darnos
cuenta de la responsabilidad que cada uno tiene en su actuar, otorga la
posibilidad de sanar todo lo que corresponda sanar. ¿Quién puede juzgar a
quien?
Si
los hijos se sienten afectados por las falencias o por los dañinos comportamiento
de sus padres, es porque se han quedado detenidos al inicio del camino que
recién comienza. Si se atreven a romper aquellos patrones emocionales que pudieron
quedar gravados en ellos, se encontrarán con una apertura que ni siquiera
imaginan, con una gran puerta que los llevaran a ellos y a sus padres a un
lugar mucho mas amoroso y feliz que los sorprenderá gratamente.
Romper
los patrones militantes de los padres y transmutar aquellas viejas energías de
dolor son la puerta hacia la dicha de vivir. No es casualidad que los padres presenten
a sus hijos cierto tipo de retos, seguramente son los que mas se ha necesitado
trabajar y son los mas urgentes de resolver.
Los
padres nunca se pueden equivocar. Pueden hacer lo mejor que se encuentra a su
nivel de conciencia y sus hijos tendrán que dar los pasos que siguen y luego
los nietos los que aun puedan faltar. Es una larga cadena de aportes mutuos que
lleva mucho tiempo rodando y que gracias a ella, nos ha permitido evolucionar.
Aunque
en la humanidad aun existe la violencia y la falta de amor, no podemos negar
que esta va en ascendente evolución. Hoy no es común ver los atropellos que
antaño eran tan comunes. Si bien falta mucho por lograr, todo va caminando
hacia el amor. Cada integrante de cada familia puede aportar a este grado de
perfección.
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