Cuando tu hijo se siente desmotivado
por los estudios, es posible que también se sienta desequilibrado en otras áreas
de la vida, como querer dormir más de la cuenta, desear estar solo o tener
malas juntas. Esto sucede cuando algo importante, no atendido, está sucediendo
en su interior.
Muchos padres advierten que algo no
anda bien en sus hijos cuando observan que están teniendo dificultades en la
escuela o cuando pasan los años y no se vislumbra alguna afición o inclinación por
una carrera determinada. La preocupación comienza a invadirlos porque se pierde
de vista la manera en que sus hijos podrán sostenerse económicamente en la vida
adulta.
Pero, para llegar a esta condición, habrán
tenido que suceder varias cosas que fueron importantes y a las cuales no se les
ha prestado la debida atención. Los padres podrían creer que todos los problemas
terminarán cuando sus hijos se enfoquen en algún área que pueda permitirles el
sostenerse lo mejor posible económicamente y dejan de lado algo muy importante,
el descubrimiento de los propios intereses personales de los hijos. Este
abandono o confusión que se crea al interior de los hijos, comienza a generar
una desconexión entre mente y corazón que termina colapsada cuando ya no
presentan interés genuino por nada de la vida.
Por mucho tiempo, los padres hemos creído
que era muy importante que los hijos encontraran una línea de vida que les
diera todo el poder económico que fuera posible alcanzar. En estos tiempos
maravillosos, ese solo deseo ya no está siendo suficiente para los jóvenes y se
está manifestando una suerte de rebeldía frente a esta idea si no tiene
considerada la posibilidad de desarrollar sus propios anhelos, dones y sentido
de vida personal.
Por lo general, los niños y jóvenes
no se dan cuenta de lo que les está sucediendo. Ellos solo saben que algo no
está bien y los padres, , psicólogos, profesores y alguien más, se
encargan de afirmar que el niño tiene un problema. Los hijos sienten el dolor
de su desconexión sin poder explicarse la raíz de ese sentimiento y muchas
veces se sienten culpables de ser causantes de tantos problemas. Los padres que nunca sintieron el dolor de su
desconexión, no comprenden lo que pasa con sus hijos.
Y no es que los hijos estén pidiendo
algo imposible, es que la evolución lo está permitiendo y lo está favoreciendo
por medio de la toma de conciencia que es cada vez mayor en los niños y
jóvenes. El modelo antiguo está comenzando a quedar obsoleto, pero mientras se produce
la transición, existe mucha confusión.
Para la antigua
escuela de los padres, pensar que un hijo pueda seguir sus propias iniciativas
parece imposible. Muchas veces, las actividades que ellos desean realizar, dedicarse
o especializarse (dibujar, video juegos, internet, bailar o cantar, entre
tantas otras actividades) son consideradas como ideas complementarias o
contrarias a su educación y se espera que ellos puedan tener acceso a otro tipo
de formación para que realmente se sientan seguros de su porvenir.
Debido a esta discrepancia entre lo
que los padres desean para sus hijos y lo que ellos están queriendo encontrar
(aunque no estén tan conscientes de ello), se produce una gran desconexión
entre lo que dictan sus corazones y lo que tienen que pensar.
Son muchos los adultos (jóvenes o menos jóvenes)
que se encuentran en etapa de reconocimiento de esta desconexión y algunos están
trabajando seriamente en esta reconstrucción. Son cada vez mas las personas que
sienten que sus vidas no tienen un sentido claro, que no vibran con lo que
hacen, que se sienten más apagadas que vivas y muchas veces no saben por qué.
Cada vez se hace más necesario tener presente
ese llamado interno que señala la ruta a seguir. Muchos padres resisten con
mucha fuerza que sus hijos quieran dedicarse a algo que antes no podía haber
sido concebido y se encuentran forzando
la posibilidad de acomodar a sus hijos en un modelo que está quedando atrasado
en muchos aspectos.
Ahora mas que nunca, se está evidenciando
la importancia que tiene escuchar los naturales impulsos del alma de cada
joven, no tan solo para permitir que pueda expresarse, sino que además, para
colaborar y asegurarse de que pueda hacerlo.
Los padres no tienen la facultad de
elegir el rumbo de la vida de sus hijos. Cada ser humano que viene a esta
tierra viene con algún plan determinado, con alguna misión especial, con alguna
tarea que requiere ser cumplida por dos motivos principales:
- La dicha de ese ser humano al expresarse tal como es.
- Y la ganancia que el universo recibirá por aquel aporte personal que nadie más puede hacer a la humanidad.
Ningún cambio es fácil, pero los
mismos hijos nos pueden ayudar a permitir que éste se realice en paz, armonía y
felicidad. No podemos negar que la dichosa expresión de cada intención del alma
de nuestros hijos les dará una enorme motivación para vivir en esta tierra y
que nosotros los padres, no podremos ser mas que dichosos al verlos así de
realizados.
Es muy claro que todos ganamos cuando
un ser humano puede sentir y experimentar la conexión de su corazón con sus
acciones. ¿Por qué podríamos tener miedo?
Si tu hijo
no quiere estudiar o se siente desmotivado en la vida, seguramente se ha desconectado
de su corazón. Nunca es tarde para volver a conectarse. Lo digo por experiencia
propia.
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Patricia González.
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