martes, 29 de noviembre de 2011

Lo que la sociedad espera de los jóvenes



La gran mayoría de las personas piensa que para que un niño logre el éxito en su vida, tendría que cumplir con lo que la sociedad espera de él. La sociedad espera de él lo que está de moda. Hace muchos años atrás, se esperaba que un hijo varón fuera capaz de trabajar el campo, que fuera fuerte y esforzado y que una hija mujer, fuera una buena dueña de casa y cuidadora de los hijos. En esos tiempos, las primeras mujeres que quisieron ejercer una profesión reservada a los varones fueron fuertemente criticadas, perseguidas y juzgadas.

Actualmente la sociedad espera que los niños y niñas cumplan con sus estudios formales, que lleguen a ser profesionales, para luego de emplearse logren una cómoda vida con la mejor posición posible. Muchas veces los mismos padres, guiamos a nuestros hijos para que escojan sus carreras de acuerdo a las profesiones que garanticen un buen pasar.

La sociedad está en continuo movimiento, siempre está cambiando sus patrones de referencia y al fin al cabo la hacemos nosotros mismos. La sociedad puede llegar a comprender que los jóvenes pueden desarrollarse en lo que más los identifique como seres humanos, y en la labor que más les acomode, ¿quién puede juzgar eso?  La sociedad es muy dura para juzgar a los que no se alinean a sus filas. No hay necesidad de cortar las alas a nadie porque no se pone  a tono con la sociedad.

He escuchado a algunos jóvenes que se dicen así mismos “no soy nadie” o “quería ser alguien” con un inmenso sentido de impotencia, porque por diversas razones, han dejado sus estudios formales. Ellos sienten que sus vidas están finalizadas. Todos sabemos, que los estudios ayudan mucho, pero no es necesario llegar al extremo de decir que si no tenemos estudios formales “somos nadie”. ¿Quién les ha ensañado a pensar eso de sí mismos?

Un ser humano es y será un ser humano bajo cualquier circunstancia, sea la que sea. Sabemos de grandes personajes contemporáneos y de nuestra historia que no tuvieron estudios formales y se han convertido en grandes líderes que aportaron y siguen aportando tanto bien a la humanidad y se han convertido en un ejemplo a seguir. Entonces ¿Por qué tenemos tanto miedo de lo que puedan o no puedan estudiar nuestros hijos?

Las presiones de la sociedad nos ciegan y muchas veces privilegiamos lo que ella dicta por sobre los intereses de nuestros hijos. ¿Cuántas discusiones se pueden encontrar al interior de las familias cuando un hijo quiere seguir una línea que no parece ser la más adecuada según la sociedad? Es importante escuchar a nuestros hijos para ayudarlos a utilizar sus dones naturales. 
 
Con el tiempo nos hemos dado cuenta que nuestros hijos pueden realizarse expresando lo que son con sus dones especiales, no tan solo van a asegurar su éxito económico, sino lo más importante, sentirán la dicha expresar su ser y el aporte que solo ellos pueden dar a la humanidad. Hay muchos adultos con muy buenas condiciones laborales que se sienten insatisfechos con sus trabajos porque no están siendo uno consigo mismos y están en una rutina que los agota, estresa y deprime.

Existe una enorme diferencia entre la persona que expresa su ser en el trabajo que realiza y la persona que va a su trabajo por el dinero que recibe a fin de mes o porque ha seguido una tradición familiar en un negocio que tampoco lo hace sentir realizado. Las primeras se van llenado de vitalidad y oportunidades en la vida, en cambio las segundas se van apagando por dentro, hacen su tareas sin dedicación, sin amor y hasta llenos de amargura, solo desean que llegue pronto la hora del término de la jornada de trabajo para irse a descansar.

Los jóvenes vienen dotados con sus dones especiales a los cuales no pueden renunciar por más que no estén de moda. Todos hemos sentido esa fuerza increíble de expresar lo que somos. Hemos de dejar que los niños sean lo que tienen que ser, podemos ayudarlos, aun yendo en contra de lo que sociedad puede estar imponiendo como modelo. Para ser no se necesitan modas, se requiere escuchar al corazón y seguirlo hasta las últimas consecuencias. Eso nos asegura el éxito, la dicha y el bienestar económico como añadidura.

La humanidad necesita de sus jóvenes desarrollándose plenamente. Cada uno aportará lo que tiene que aportar. Si no ha sido posible que completen sus estudios formales será por alguna razón importante. Necesitamos emprendedores e innovadores en muchas aéreas de la producción, se requiere nuevas ideas que generen riquezas, se necesitan creadores de nuevos productos, nuevos servicios, mas artistas, mas deportistas, mas escritores y tantas mas expresiones del SER.

Nadie puede sentirse a sí mismo un “don nadie”, por más extrema que sea la situación en que se encuentra, es la experiencia que necesita vivir. El plan de su alma lo ha llevado a ese lugar con la finalidad de completar algún aprendizaje importante. Posiblemente sea esa la finalidad de la experiencia, saber que sigue siendo un ser completo y pleno en medio de los juicios de la sociedad.

Patricia González
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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Deja que se expresen



Los niños nacen tan claros y tan limpios, que son capaces de expresarse tal cual como son sin importar el lugar donde se encuentren. Los padres ya no son así, ya se han dejado aplastar por la maraña de condiciones que debe cumplir una persona para ser agradable y aceptado por la sociedad. Los niños no saben de eso y los padres se sienten desesperados cuando los ven tan libres en esos lugares donde supuestamente  no debieran serlo.

Entonces los padres se encargan de estar al lado de sus hijos, mirándolos como si estuvieran cometiendo un delito, se avergüenzan de no haber podido lograr domesticarlos y se dejan caer con señas o palabras de control sobre el niño delante de sus pares para que los demás vean con sus propios ojos que como padres son inocentes, queriendo demostrar que es el niño  el que se resiste y no son ellos los que han fallado en su buena educación. Quieren demostrar a los demás, que es el niño el que no ha querido comprender como se debe comportar en sociedad.

Según los padres, el niño debería comportarse tan cual como ellos lo hacen, el niño debería estar quieto, atento a lo que los demás esperan, incluso listo para dar el paso libre a los adultos que transitan junto a él, como si fuera un estorbo.

El niño jamás había escuchado hablar de esto, no sabe de qué se trata esta extraña situación, queda sorprendido, incomodo, desconcertado y muchas veces avergonzado. Los padres se encargarán de repetírselo cada vez que sea posible, hasta que el niño comprenda que no es aceptable ser libre de expresarse tal como es. Tarde o temprano el niño tendrá que darse cuenta que en el mundo de los adultos esto es como un pecado y terminará por atender a los requerimientos de los demás antes que los suyos propios. Aprenderá a utilizar mascaras de comportamiento  dependiendo de donde se encuentre y de quienes lo rodeen. Será cada vez más cuidadoso de no ser tal cual como es por respeto a los demás.

Desde estas correcciones que aparentan ser tan inocuas, nacen las ideas preconcebidas de muchos adultos, de que la opinión de los demás es demasiado importante. La expresión de si mismos ha quedado sepultada bajo capas de cemento y no recuerdan lo que era su propia expresión. Me impacta escuchar a mis clientes cuando me dicen que no recuerdan lo que les gustaba hacer desde niños o en la adolescencia. Simplemente lo olvidaron. En estos casos queda en evidencia la prematura edad en la que comenzaron a recibir tal enseñanza o queda de manifiesto la persistencia de los mayores que los rodearon. En este estado de olvido seguir el llamado de su corazón parece imposible. Ni siquiera saben de lo que se trata eso, ¿Cuál corazón? ¿El corazón nos habla?

¿En qué nos puede ayudar seguir creando adultos bloqueados, apelmazados, tiesos, dolidos, amargados y depresivos?

Todos comprendemos que los niños no pueden saltar y reír en algunas circunstancias y en esos casos la guía de los padres se hace muy necesaria, no para achatar a sus hijos, sino para ayudarlos a ser en las diferentes situaciones. Ellos son tanto o más comprensibles que nosotros, con algunas explicaciones validas bastará.  Si son muy pequeños, es mejor evitar estas situaciones  y si no es posible evitarlas, se puede aceptar que es natural que los niños se muevan, jueguen, salten y rían. No hay necesidad de deshonrarlos en ninguna circunstancia.

Nuestra apertura consiste en comprender que lo que ellos hacen es natural y que lo que sus padres esperan  que hagan no es natural. Los niños están más claros que nosotros los adultos aunque nos cueste mucho aceptarlo, ellos saben que tenemos el legítimo derecho a expresarnos libremente en toda circunstancia y que además es necesario que así sea.

Los niños que son respetados por su condición de experimentadores y exploradores felices, serán más dichosos en su vida adulta. Serán expresivos, curiosos, imaginativos, mas extrovertidos, sabrán escuchar su corazón, serán mas auténticos, serán mas estimados por los demás, serán mas creativos y mas libres para moverse en esta vida. Ellos tienen en sus manos la tarea de crear la sociedad y necesitan más que nadie estas facultades. De esto depende el rumbo que tome la humanidad, en sus manos están las nuevas decisiones y la claridad que tengan será vital.

Patricia González.
Tu Coach para realizar los cambios que deseas:  patricia@yovivo.cl

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