Los padres tienen la tendencia a
enseñar a sus hijos por medio de lecciones teóricas, pero los niños aprenden mucho
mejor con el ejemplo. El ser humano, niños y adultos, tiene la innata condición
de aprender por la experimentación.
Ya es bien sabido que en aquellas
escuelas donde se enseña haciendo, es donde se obtienen los mejores resultados
de aprendizaje. No tan solo se logra aprender mucho más, sino que además el aprendizaje
queda incorporado de tal manera que nunca mas se puede olvidar. Esto se debe a
que en este proceso utilizamos todo nuestro ser, la mente, las emociones y el cuerpo.
Se unifica al ser completo enfocado en
una experiencia.
Muchas veces he visto que los padres
quieren trasmitir a sus hijos mensajes que pueden ser muy validos y certeros,
pero que al ser entregados solo por medio de las palabras, no alcanzan a llegar
a ellos, generado un “yo se lo he dicho, pero no entiende”.
Para los padres puede ser complicado
en la práctica tratar de enseñar o transmitir algo importante por medio de la
experimentación. Los tiempos, los compromisos y la falta de practica en esto
asuntos, nos impulsan a quedarnos solo en el plano teórico, desde donde, poco
se consigue.
La mejor manera de que nuestros hijos
puedan aprender algo, es por imitación de sus padres. En realidad, ellos están permanentemente
aprendiendo de nosotros, sin que siquiera nos percatemos de esto. Toman
nuestros modelos casi de forma automática, adquieren nuestra manera de relacionarnos,
de enfrentarnos a los desafíos, de resolver problemas, del manejo del dinero,
de nuestros hábitos de alimentación, de la manera que en general enfrentamos la
vida, incluyendo todos nuestros patrones mentales y emocionales. Las palabras
se quedan muy cortas a la hora de querer enseñar a los hijos. Todo lo que somos
como padres, está siendo un modelo para ellos, hasta la manera en que nos
movemos y respiramos.
Cuando queremos que nuestros hijos
adquieran algún valor o condición que nos parece importante para su bienestar,
podemos mostrárselos a ellos en forma práctica más que con palabras. Los discursos
no funcionan con los hijos. Solo funcionan los modelos. Si queremos que ellos cambien algún patrón
que consideramos negativo para su bienestar, podemos comenzar por observar como
hemos sido transmisores de ese patrón con nuestro comportamiento.
Los hijos pueden llegar a imitar a
sus padres en un 80 a 90 % de todo lo que son. No es exagerado entonces
revisarnos nosotros primero cuando vemos en ellos algunos comportamientos que
no nos parecen adecuados o convenientes para su vida.
Quizás, de todo lo que podemos
trasmitir a nuestros hijos, lo más importante sea su auto valor. Si ellos
llegan a comprender que son amados, valiosos y únicos, el resto de las
enseñanzas por venir podrán ser muy fáciles de asimilar.
A veces, antes de resguardar su alta
autoestima, los padres se esfuerzan por entregarles valores secundarios como la
escolaridad, buenas costumbres y otros. No digo que no sean importantes, solo
me refiero a la prioridad. Los valores secundarios se pueden aprender en
cualquier momento, pero un bajo valor personal en nuestro hijos, les impedirán
crecer en cualquier aspecto, lo queramos o no. He visto a algunos padres que
pueden sacrificar el bienestar emocional de sus hijos al tener como prioridad
lo que los demás puedan pensar de ellos.
¿Cómo podemos proteger la alta
autoestima en los hijos cuando nosotros no la tenemos? Los niños están mas cerca de amarse a si mismos
que los adultos. A medida que pasan los años, los adultos vamos incorporando
mucho condicionamiento que no siempre nos ayuda a cuidar nuestra autoestima. Debido
a esto, por lo general, aprendemos muy rápidamente a cuidar nuestra imagen de
lo que los demás puedan pensar de nosotros y nos fabricamos algunas mascaras
sociales que pretenden ayudarnos en esta tarea. Los niños no tienen mascaras,
son auténticos y en este sentido son los mayores maestros que podamos tener en
algún momento de la vida.
Entonces, cuidar la autenticad de
nuestros hijos y valorarlos tal como son, se convierten en tareas que ellos
mismos pueden enseñarnos a nosotros. Jesús dijo: “sean como los niños” y debe
ser por algo. Hay muchas razones por las cuales los hijos pueden ser maestros
maravillosos para sus padres y algunas de estas son su auto valor, su autenticad,
su naturalidad y su expresión libre de lo que realmente son.
No tenemos tanto que aprender para
enseñarles a los hijos y tenemos mucho que aprender de ellos. Ellos simplemente
son, no tienen un discurso. Los padres pueden relacionarse con ellos en ese
nivel, con menos discursos y siendo ejemplo de todo lo que quieren trasmitir a
sus hijos.
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